Veinte meses después de haber iniciado su segundo mandato, el presidente Juan Manuel Santos decidió ajustar su equipo de Palacio y acomodar el gabinete para corregir las desacertadas decisiones de sus colaboradores inmediatos y tratar de recuperar la credibilidad del 76 % de los colombianos que según las últimas encuestas, desaprueban su gestión.
El desgaste que ha tenido el Gobierno por el manejo equivocado en la política energética, ambiental, laboral, tributaria, de justicia, transporte, comercio y educación, entre otros, deterioraron vertiginosamente la imagen del presidente Santos y de su administración. Le faltó quemar un par de fusibles más. Las permanentes protestas del sector educativo, el bochornoso escandalo de corrupción en el Programa de Alimentación Escolar -PAE- y el aumento de la inseguridad en las zonas rurales país, justificaban un relevo en los ministerios de Educación y Defensa.
Otra decisión que no daba espera, era la reestructuración administrativa de la Presidencia de la República. Desde que llegó a Palacio, la superministra María Lorena Gutiérrez, el presidente Santos se ha mantenido aislado y distante de la realidad del país. Pocas veces le contaba la verdad de los problemas y cuando salía a dar la cara, era demasiado tarde. Esta es la hora que no han resuelto por ejemplo, el pésimo servicio de energía que presta Electricaribe a los once millones de costeños, los niños de La Guajira siguen muriéndose de hambre, no para la corrupción en los comedores escolares, la inseguridad sigue deteriorándose y el problema de la inflación -que golpea duramente el bolsillo de los colombianos- sigue sin resolverse. Lo que el profesor de Harvard, Robert S Kaplan, llama “autismo en el liderazgo”.
Además de lo anterior, la “guardia imperial” de Palacio, creó muchas tensiones y disconformidad con los ministros, porque estos sentían una excesiva interferencia de María Lorena en sus deberes y funciones. Los congresistas de la colación de Gobierno también se quejaban por el mal trato que recibían a pesar de la mermelada que les repartían cada vez que se tramitaba una iniciativa gubernamental en el Congreso. Hoy todos coinciden, que los tecnócratas de Palacio convirtieron a este Gobierno en mediático, petulante y soberbio.
Claramente, aquí lo que hay es un problema de gerencia de gobierno. El nuevo equipo de Palacio y el nuevo gabinete ministerial, tienen el reto de ejecutar (en los dos años que le restan al Gobierno Santos), los programas e inversiones contemplados en el Plan Nacional de Desarrollo, para garantizar el desarrollo económico del país, la seguridad y el empleo, no solamente a los 10.000 guerrilleros que van a dejar las armas y se van a reincorporar a la sociedad, sino, a los 48 millones de colombianos, que estamos cansados de tanta corrupción, politiquería e ineficiencia pública.
En el tintero: I) Felicitaciones a Poncho y a Emilianito Zuleta Díaz, por ese merecido homenaje que les hicieron en el Festival Vallenato. II) Están de moda los reencuentros en la música vallenata, primero fueron Silvestre y Juancho, luego Poncho y Emilianito y ahora Jorge Oñate y Álvaro López. III) Dicen que el presidente Santos no fue a la inauguración del Festival Vallenato, porque los hermanos Zuletas son uribistas. Grave error.
Por: Indalecio Dangond Baquero